Como en otras mil noches me ha tocado encontrarme con esa inexplicable sensación de compañía que habita en mis recuerdos desde que se me abrió la cabeza al amor.
Sí, tengo un grave y delicioso delirio… siento que alguien me abraza en la soledad de mi habitación. Soy conciente de lo raro que suena pero no miento, y es que, de una época a aquí, cada vez que me envuelvo en mis sábanas a llorar por una novísima crisis amorosa se aparece él – mi príncipe – a reconfortarme y a decirme… sin palabras, sin voz, sin rostro… que ya llegará.
Creo que este es el asunto inconcluso más trascendental que tengo… quién es este sujeto sobre el cual hablo tanto, al que anhelo tanto, y con quien comparo tanto a mis compañeritos de turno??
Mi príncipe celeste no tiene rostro, lo cual se refleja en mis gustos tan variados (ja!), tampoco tiene cuerpo pero me queda claro que es más alto que yo – lo digo por el abrazo que mencioné al inicio! - pero sí tiene un “no sé qué” que creo hará que lo identifique: me adora.
Tal vez suene muy ambicioso y vanidoso lo que acabo de decir pero, en realidad, creo que es eso lo que tanto ando buscando… un compañerito eterno que no piense dos veces en tomarme la mano, que me mire dormir, que me bese y que también pueda bajarme de las nubes!!! No quiero un galán de novela mexicana pero tal vez sí a un Derek Shepherd de Grey’s Anatomy – es mucho pedir??? – .
Sospecho que toda esta búsqueda se sustenta en que en realidad me estoy describiendo a mi misma… quiero un ser cursi como yo y es tal vez por eso que no encuentro a nadie. Mis estimados, sería muy trágico que existieran dos Kts en el mundo – y lo digo más que en serio! – pero no sé porqué aún tengo una minúscula esperanza que me lleva a creer que dicha encrucijada es común.
Normalmente todos nos repetimos que “estar” con alguien como uno es aburrido pero me pregunto si nos hemos puesto a pensar la razón por la que las relaciones de “polos opuestos” suelen terminar de forma muy común: no nos entendíamos… pero cómo pretendemos entender a alguien tan disímil… o acaso alguien ha terminado de entenderse a sí mismo? Y es que he terminado de creer firmemente en esa frase tan común de los lindos psicólogos: sino te quieres a ti mismo cómo rayos vas a querer a otro!
Sí, tengo un grave y delicioso delirio… siento que alguien me abraza en la soledad de mi habitación. Soy conciente de lo raro que suena pero no miento, y es que, de una época a aquí, cada vez que me envuelvo en mis sábanas a llorar por una novísima crisis amorosa se aparece él – mi príncipe – a reconfortarme y a decirme… sin palabras, sin voz, sin rostro… que ya llegará.
Creo que este es el asunto inconcluso más trascendental que tengo… quién es este sujeto sobre el cual hablo tanto, al que anhelo tanto, y con quien comparo tanto a mis compañeritos de turno??
Mi príncipe celeste no tiene rostro, lo cual se refleja en mis gustos tan variados (ja!), tampoco tiene cuerpo pero me queda claro que es más alto que yo – lo digo por el abrazo que mencioné al inicio! - pero sí tiene un “no sé qué” que creo hará que lo identifique: me adora.
Tal vez suene muy ambicioso y vanidoso lo que acabo de decir pero, en realidad, creo que es eso lo que tanto ando buscando… un compañerito eterno que no piense dos veces en tomarme la mano, que me mire dormir, que me bese y que también pueda bajarme de las nubes!!! No quiero un galán de novela mexicana pero tal vez sí a un Derek Shepherd de Grey’s Anatomy – es mucho pedir??? – .
Sospecho que toda esta búsqueda se sustenta en que en realidad me estoy describiendo a mi misma… quiero un ser cursi como yo y es tal vez por eso que no encuentro a nadie. Mis estimados, sería muy trágico que existieran dos Kts en el mundo – y lo digo más que en serio! – pero no sé porqué aún tengo una minúscula esperanza que me lleva a creer que dicha encrucijada es común.
Normalmente todos nos repetimos que “estar” con alguien como uno es aburrido pero me pregunto si nos hemos puesto a pensar la razón por la que las relaciones de “polos opuestos” suelen terminar de forma muy común: no nos entendíamos… pero cómo pretendemos entender a alguien tan disímil… o acaso alguien ha terminado de entenderse a sí mismo? Y es que he terminado de creer firmemente en esa frase tan común de los lindos psicólogos: sino te quieres a ti mismo cómo rayos vas a querer a otro!
Mmmmmm… creo que aún tengo que trabajar mucho en esto y es que en realidad se trata, primero, de reconstruirme de tanto terremoto emocional para luego empezar a crear un modelito de pareja. En estos días tengo un compañerito naranja pero, es esa la diferencia, es naranja… un príncipe distinto que me ha llevado a replantear algunos matices de mi “yoyista príncipe” pero que no ha logrado destrozar mi teoría: tal vez se vuelva celeste una vez que yo entienda que es a él a quien quiero conmigo. Finalmente, soy yo quien colorea a los príncipes… y con tinta indeleble mis estimados… INDELEBLE!
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