El firmar el dichoso contratito nos amarra a un hotel para tender camas o llevar toallitas?
Recuerdo claramente mi hermoso verano encerrada en el piso 19 de una lujosísima oficina frente a Larcomar... aún tenía Nextel y por esas cosas que las debilidades humananas nos permiten, solía escaparme para escuchar mi novela preferida... Edgar en USA!
Nunca escuché sobre sus actividades laborales pero sí me quedó muy en claro que, en esos instantes, debía lanzar por la ventana toda la teoría contractual que alguna vez aprendí del buen Forno. En efecto... el Dr. Puga jamás trabajó más en su vida que en esa ocasión: debía preparar tragos, tomárselos, comprar cajetillas interminables de cigarros, levantarse con la resaca de la vida... tolerar un eclipse lunar!
Sí, yo quise un viaje así... algo de eso obtuve. Me enviaron a Juliaca para empezar... me la pasé con soroche así que sólo pude llegar al estimulante mate de coca! Luego me abandonaron en Ica... estuve por ahí dos semanas en un bello hotel con piscina - a la cual jamás me metí - y me tomé un trago rojo que sólo pudo generarme la más grande de las soledades.
Y es que así soy yo. Viajo tratando de encontrar algo más... si es por trabajo me encantaría llevar a mi principe conmigo, si es por placer sólo me encargo de divertir a mi acompañante y, si algún día es por estudio, probablemente desee secretamente vivir un amor debido a un "caso fortuito" porque, sí pues, soy cursi y, de vez en cuando, intento ser responsable. Más cuando se tiene a Edgar Puga persiguiéndonos por un consejo.
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